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Eloy Tizón: "Lo que quiero es ganar lectores para la causa de la literatura"

Por Arantxa Carceller.

Hay libros que merecen ser amados sin restricción, porque saben seducirte sin piedad. Herido Leve, Treinta años de memoria lectora (Páginas de Espuma) de Eloy Tizón no da pie a la negociación, sencillamente, te hace claudicar ante la elegancia que el autor ha volcado en cada uno de sus capítulos. Herido leve es un dietario, unas memorias, del escritor amante de los libros, que a través de críticas -el reflejo de toda una vida- hablan de escritores, libros y esa pulsión incondicional con la literatura, que ha condicionado la vida del propio Tizón.

¿Cómo nace ese trabajo arqueológico de recuperación de críticas literarias hasta darle forma de  memorias literarias?

   Hay un momento de curiosidad, nacido por un impás creativo, en el que reviso escritos que había escrito a lo largo de mucho tiempo sobre literatura. El primer motor fue la curiosidad, a ver qué cosas digo, y en el proceso de ir leyendo pensé que había cosas que me parecían válidas, otras no, pero que a lo mejor tenía sentido armarlo y hacer un libro con todo eso. Eso me llevó a ir tirando del hilo y añadir textos, otros inéditos, muy poco a poco porque fue un proceso bastante lento, pero también muy orgánico. Y así fue estructurándose el libro, hasta tener la forma que tiene ahora. 

En este proceso de recopilación de críticas, ¿han habido sacrificios?

   Sacrificios dolorosos no ha habido, pero sí ha habido. Ha habido textos que para mí han perdido interés, no me parecían que estaban al nivel de los demás.

¿Cómo fue reencontrarse con ese Eloy de los primeros escritos y el Eloy actual?

   Ha sido curioso. No ha sido un encuentro desagradable para nada, tengo que decir. Me encontrado con mucho entusiasmo lector, mucha pasión por la literatura, que eso siempre es bonito de comprobar y en general, he respetado lo que decía aquel muchacho y lo que pasa es que he actualizado cosas que sé, que antes no sabía, he matizado determinadas opiniones. He procurado darle más precisión a lo que digo y darle una forma literaria. Aunque sean artículos sobre literatura, mi intención es que se lean con cierto placer, que haya un gusto estético, con belleza literaria.

Herido leve es un homenaje a la literatura pero también encierra una reflexión sobre la época en la que los libros fueron creados. ¿Los libros también son hijos de su tiempo?

   El libro en principio es una carta de amor a la literatura, es algo que a mí me ha apasionado, ha condicionado mi vida y no reniego de ello en absoluto, todo lo contrario. En primer lugar es eso, una carta de amor, y luego da pie a una reflexión sobre el paso del tiempo. Qué ha pasado con libros que estaban en el centro del debate y ahora prácticamente no existen. Qué pasa con aquellos autores que empezaron de una forma más marginal y ahora están mucho mejor considerados. Creo que hay una meditación sobre el relativismo de nuestros propios gustos lectores, individuales, porque nosotros cambiamos como lectores y porque no nos gustan los mismos libros; y también social, porque el canon está en permanente revisión. El canon no es algo fijo, no es un monolito. Estamos permanentemente reconsiderando qué autores se merecen recomendación, qué autores la pierden.

Esta novela es un regalo para los amantes de la lectura pero ¿también es una invitación a los principiantes, a los que quieren descubrir más sobre la literatura?

   El libro nace con esa vocación de incitar al lector, no he querido que fuera un libro árido, un libro lleno de erudición, sino que he preferido un formato más ágil, con textos breves e intentando que sea sugerente para el lector, para seducirlo. Lo que quiero es ganar lectores para la causa, no para mi causa, sino para la causa de la literatura. Si alguien, algún lector lee mi libro y acude a los libros de Clarice Lispector, porque no la conocía o de cualquier otro autor, bienvenido sea.

Una vez dijo que «la literatura es un sistema de ecos…», la memoria es también presente ¿nadie, ni el Eloy escritor ni el Eloy lector pueden escapar a ella?

   Totalmente. No leemos en el vacío. Cuando somos jóvenes y empezamos a leer, tenemos menos referencias, porque hemos leído menos y vivido menos; a medida que uno lee, es capaz de establecer conexiones entre unos autores y otros, la época histórica y el autor, como dialogan, a qué generación pertenece. Todo eso va creando unas resonancias, como una red de relaciones, que ha eso me refiero con lo del eco, al final todo tiene como una especie de eco porque el libro surge en una situación determinada, con unos condicionantes. Creo que darse cuenta y leer desde ese punto de vista, enriquecen la obra. Podemos leer con mayor profundidad.

Entonces, ¿no es casual que el libro haya salido ahora?

  No es nada casual. Desde el punto de vista biográfico, yo siento que es el momento adecuado para que el libro salga, porque no es un libro que yo hubiera podido escribir con treinta años. Ahora tengo cincuenta y cinco, y creo que tengo cierto bagaje de lecturas, también como escritor, y no soy un anciano venerable, estoy como en el punto intermedio que para mi es el adecuado.

¿También el contexto?, por aquello de los tiempos de crisis, los tiempos revueltos, como aquellos prolíficos años treinta, en los que la cultura parece que resurge como salvavidas.

   Creo que vivimos una época de cierto descrédito de las humanidades, en general, y este libro, es todo lo contrario, es una defensa de la cultura literaria. Es un poco recordar, bueno no olvidemos que nosotros venimos de esta cultura y que en esta cultura hay cosas muy valiosas y placenteras, el placer literario.

¿Pueden los libros ayudarnos a ser más felices?

   Yo siempre defiendo la lectura y la defenderé siempre. Lo que creo es que hay que tener cuidado con esa idealización de los que leemos, que pensamos que leer nos hace mejores. Por supuesto que leer enriquece tu vida. Imagínate una vida sin libros, sin cine, sin música, sería sin duda muchísimo más pobre. Ahora bien, no es la panacea. Ha habido en la historia personajes que han leído mucho y han sido unos indeseables, pero mucho.

Por último, evitemos cifras y estadísticas, al fin y al cabo, lo importante siempre es leer…

    La lectura no es una cuestión de cantidad, sino que lo que lea tenga sentido, deje su poso, que de alguna forma entre en tu vida. Eso sería quizás más importante que la cantidad.

   Cuando somos jóvenes y empezamos a leer, no entendemos todo lo que leemos. Yo hablo aquí de Rayuela, pero algo de la energía del libro te llega, y no importa no entenderlo todo. Creo que eso también es una opción válida, el libro que deslumbra, aunque no lo llegues a captar en su totalidad.

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  Eloy Tizón (Madrid, 1964) es autor de tres libros de relatos: Técnicas de iluminación (2013), Parpadeos (2006) y Velocidad de los jardines (1992, 2017); y de tres novelas: La voz cantante (2004), Labia (2001) y Seda salvaje (1995). Ha sido incluido entre los mejores narradores europeos en la antología Best European Fiction 2013, prologada por John Banville. Sus obras han sido traducidas a diferentes idiomas y forman parte de numerosas antologías. Colaborador asiduo en medios de comunicación desde joven, durante cuatro años mantuvo en El Cultural una columna titulada Vértigos. En la actualidad es profesor de narrativa en el centro educativo Hotel Kafka y editor en Relee.

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