Miravet, un viaje a tierras templarias
“No existen tierras extrañas. Es el viajero el único que es extraño.”
Robert Louis Stevenson
“El mejor de los viajes siempre es el próximo.”
Javier Reverte
A veces nuestra inquietud y curiosidad por recorrer el mundo, empaparnos de otras culturas o conocer nuevas gentes, nos hace olvidarnos de aquellos pequeños tesoros que nuestra geografía guarda. Por ello, en esta ocasión les invitamos a visitar un pueblo maravilloso, Miravet, ubicado en la comarca de Ribera de Ebro, en Tarragona.
Aunque mucho antes de llegar a nuestro destino, les recomiendo que aparten las prisas y relajen el pie del acelerador. Toca disfrutar de la majestuosidad del paisaje, que les acompañará durante toda la travesía. Ante ustedes, a ambos lados de la carretera se extenderá un mosaico de campos de cultivo, con predominio de viñedos, que se esparcirá hasta llegar a las faldas de hermosos bosques llenos de vida, donde podrán admirar un manto de diferentes tonalidades que oscilará entre el verde y el ocre gracias a los tarays, chopos, alisos, olmos, fresnos, sauces o mimbres, entre otros, que pueblan el paisaje. Y todo ello bañado por las solemnes aguas del río Ebro. El camino discurre por la Ruta de los Caballeros Templarios que atraviesa diferentes pueblos hasta llegar a nuestro destino. Miravet, junto a otras poblaciones como Peñíscola, forma parte de la historia de los Caballeros Templarios, aunque sus orígenes sean musulmanes.
La belleza de Miravet radica en su casco histórico, llamado Cap de la Vila, sobre el que se erige su castillo, antigua fortaleza islámica. El Miravet antiguo se adaptó a la roca de la montaña junto a un meandro del río Ebro. He aquí, donde reside su gran encanto. Si nos situamos en el margen del río observaremos una estampa panorámica idílica, desde donde vislumbraremos el castillo, la Iglesia Vieja de la orden del Hospital, el molino, azud medieval y sus casas colgantes sobre el río. Les recomiendo que callejeen por sus calles estrechas y porchadas hasta desembocar en la plaza del Arenal o en la calle del Río para hacer un alto en el camino, ya sea en el Bar Amadeo o Bar Mariola -les nombro los que yo visité- y comer o cenar al son del murmullo del río. De nuevo, serán víctimas del embrujo del paisaje, porque desde cualquier punto de Miravet las vistas son increíbles. Será que estos tiempos de sequía hacen que una se maraville con los verdes prados y las exuberantes montañas, las sierras de Cardó, que rodean Miravet, por donde discurre la ruta de les Blores, que va desde la calzada empedrada del acceso sur hasta los restos arqueológicos del primer poblado bereber, al pie del castillo. Tras recorrer sus calles, y disfrutar de rincones y vistas les recomiendo que visiten su castillo, que antes de entrar ya nos llama la atención por su ubicación, que le confiere esa perspectiva de verticalidad, sobre la piedra roja de la montaña.
Como les decía líneas más arriba el castillo de Miravet es de origen islámico, aunque posteriormente fue ocupado por los caballeros templarios. En 1153, el conde Ramon Berenguer IV, junto a los templarios, reconquista Miravet, y como compensación de su hazaña el conde cedió a los templarios el castillo y las tierras de los alrededores. De ahí, la impronta de los diferentes estilos, islámico, bizantino y cisterciense, que se distinguen en el castillo. Tras la expulsión de los musulmanes y una vez en manos de los caballeros templarios, se reformó en el siglo XII en castillo convento, adsorbiendo elementos del románico tardío y el gótico. Actualmente hay partes que han sido reconstruidas por el deterioro que sufrió durante las guerras carlistas y la guerra civil. Aun así, el castillo está en mejor estado que muchos de los que hemos visitado, y les sorprenderá los detalles -no quiero desvelarles la sorpresa- que contiene en su interior. Una vez se encuentren en la parte más alta del castillo, les propongo sentarse un instante y respirar hondo, mientras volvemos a admirar el colosal paisaje.
Aunque Miravet se recorre rápido, es un lugar tan bucólico que les recomiendo pasar más de un día. Pueden alojarse en las diferentes casas rurales que hay en la misma Miravet, como en las poblaciones adyacentes. Si bien les recomiendo la Casa Els Canterers, una casa preciosa regentada por Jayne, quien les recibirá con una cándida sonrisa y un trato exquisito.