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La Navidad y sus mercaditos

Se acerca la Navidad. Las calles serán decoradas e iluminadas. Por muchas ventanas se colará el olor a churros, o buñuelos, con chocolate, los más golosos no podrán resistir la tentación. Las dietas se aparcarán para enero y su famosa cuesta. Los pequeños de la casa harán listas interminables para el Sr. de gorro rojo y blanco y estruendo saludo, o para los tres peregrinos que a camello recorrerán las casas de los buenos niños y niñas. Todo en Navidad parece más dulce, más amable y hay lugares que invitan a regresar a la infancia, a ese rincón olvidado de la memoria en el que todos fuimos niños/as y todos/as esperábamos ilusionados la llegada de la Navidad. ¿Quién no fantaseó con descubrir al hombre que osaba a colarse por la chimenea o las ventanas de nuestras casa? ¡¡Viajaba en trineo!!

Hoy día, muchas ciudades, además de vestirse para la ocasión, celebran los famosos mercaditos navideños donde podemos encontrar numerosas casetas con decoración navideña, productos artesanales y todo tipo de regalos para  esas fechas tan señaladas. ¿Quieren saber días y dónde? Aquí pueden descubrir la relación de mercados y ferias navideñas para disfrutar otro año más de la Navidad en Valencia.

Fechas ya confirmadas de los mercados de Navidad 2018

“Fueron descorridas las cortinas del lecho, os digo, por una mano invisible. No las cortinas que tenía a los pies ni las cortinas que tenía a la espalda, sino las que tenía delante de la cara. Las cortinas del lecho se descorrieron, y Scrooge, sobresaltándose, medio se incorporó y hallóse frente a frente del sobrenatural visitante al que daban paso: tan cerca de él como yo lo estoy de vosotros, y yo me encuentro espiritualmente junto a vuestro codo.

Era una figura extraña…, como un niño; aunque, más que un niño, parecía un anciano, visto a través de un medio sobrenatural, que le daba la apariencia de haberse alejado de la vista y disminuido hasta las proporciones de un niño. Su cabello, que le colgaba alrededor del cuello y por la espalda, era blanco como el de los ancianos: pero la cara no tenía ni una arruga, y la piel era delicadísima. Los brazos eran muy largos y musculosos, y lo mismo las manos, como si fueran extraordinariamente fuertes. Las piernas y los pies. que eran perfectos, los llevaba desnudos, como los miembros superiores. Vestía una túnica del blanco más puro y le ceñía la cintura una luciente faja de hermoso brillo. Empuñaba una rama fresca de verde acebo y, contrastando singularmente con este emblema del invierno, llevaba el vestido salpicado de flores estivales. Pero lo más extraño de él era que de lo alto de su cabeza brotaba un surtidor de brillante luz clara, que todo lo hacía visible; y para ciertos momentos en que no fuese oportuno hacer uso de él, llevaba un gran apagador en forma de gorro, que entonces tenía bajo el brazo…» Cuento de Navidad. Charles Dickens

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